(Ilustración: Adriel Salgado Alvarez – Artículo de: @adrielsalgado_k)
En primer lugar ¿Qué es un delgado?
Que se encarga, por elección o designación de representar a una colectividad o una persona o de actuar en su nombre»
Lo que nos lleva a una conclusión muy fácil. El delegado, no es aquel que hace las fotocopias. ¡¡Nos han engañado!! (O igual, te has dejado engañar, porque era lo más fácil… A mi me pasó, no te preocupes. A la mayoría le ha pasado).
Y entonces… ¿Cuál es su función más allá de ser portavoz de sus compañeros y compañeras? Te voy a ser sincero. No sé la respuesta, pero juntos te aseguro que lo averiguaremos.
Comenzaré contándote como llegué a esta simple, pero necesaria reflexión. (La que estás leyendo ahora). Resulta que no solo en el instituto, sino desde antes, todos los años, llevábamos haciendo siempre una misma cosa a principio de curso. Y no, no era comentar las vacaciones, se trataba de algo más sencillo. Una elección, donde los alumnos elegiríamos a otro de los nuestros para que nos representase. Primera pregunta, ¿Por qué ningún profesor se paró a explicarnos la relevancia de un acto donde, delegábamos nuestra voz a un compañero? Y es que… que acto más inocente. Dábamos por echo que decidiéramos lo que decidiéramos, nada en nuestro entorno iba a cambiar. Y es cierto, nada cambió. Ni en los mejores, ni en los peores momentos. Habíamos elegido «democráticamente?», a un fantasma.
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